¿Sabías que tu intestino se comunica con tu cerebro?
Sabemos que nuestro microbioma intestinal influye significativamente en nuestra salud y bienestar generales. Uno de los hallazgos más fascinantes de la investigación reciente es cómo nuestro intestino afecta a nuestro cerebro.
La comunicación intestino-cerebro
Hace tiempo que la ciencia descubrió que nuestro cerebro se comunica con nuestro intestino, y viceversa. Una de las principales vías de esta comunicación es un nervio que recorre todo nuestro cuerpo y conecta nuestros órganos corporales (incluido el intestino) directamente con nuestro cerebro (1). Se conoce como nervio vago y actúa como una autopista a través de la cual el cerebro envía señales al intestino y el intestino envía señales al cerebro. Esto significa que cuando nos sentimos estresados o ansiosos, nuestro estómago puede sufrir un gran trastorno. El nervio vago también percibe lo que ocurre en el intestino y envía señales al cerebro. Esto hace que el cerebro reaccione a las señales, por ejemplo impidiendo que comamos porque estamos llenos (1).
Hasta hace poco, los científicos creían que esta comunicación intestino-cerebro sólo implicaba señales de nuestro cuerpo. En la última década, sin embargo, han ido apareciendo cada vez más pruebas de que los microorganismos de nuestro intestino también participan en esta comunicación intestino-cerebro.
Nuestro microbioma se comunica con nuestro cerebro
Ahora sabemos que las sustancias producidas por nuestras bacterias intestinales influyen en la forma en que nuestro intestino habla con nuestro cerebro. Por ejemplo, cuando nuestras bacterias intestinales producen los beneficiosos ácidos grasos de cadena corta (AGCC) butirato y propionato, éstos estimulan a nuestras células intestinales para que produzcan hormonas supresoras del apetito (2) y serotonina (3). Ambas son capaces de activar el nervio vago del intestino para que envíe señales al cerebro (4). También hay pruebas de que algunos tipos de bacterias intestinales pueden producir directamente los neurotransmisores dopamina, noradrenalina, serotonina y GABA (5).
"A medida que avanza la investigación en este campo, los científicos descubren cada vez más vínculos entre el microbioma intestinal y nuestra salud cerebral".
Investigaciones en modelos de ratón han demostrado que el microbioma intestinal está probablemente implicado en el desarrollo cerebral, el comportamiento social, la cognición y la neuroinflamación (6-8). Los estudios en humanos también han mostrado diferencias en el microbioma intestinal de personas sanas en comparación con personas con enfermedades neurodegenerativas (9) y trastornos mentales. Cuando los científicos trasplantaron las heces de personas con trastorno depresivo mayor a ratones, éstos empezaron a mostrar un comportamiento similar a la depresión (11).
La nutrición puede influir en la comunicación entre el intestino y el cerebro Curiosamente, los resultados de la investigación también sugieren que las principales sustancias producidas por las bacterias al consumir fibra alimentaria, los AGCC butirato, propionato y acetato, probablemente desempeñan un papel importante en la mediación de la comunicación intestino-cerebro (12). Por ejemplo, los ratones tratados con AGCC antes de ser expuestos a estrés prolongado presentaron un comportamiento depresivo/ansioso reducido y una barrera intestinal mejorada en comparación con los ratones que no recibieron AGCC (13). Otro estudio demostró que una dieta rica en fibra aumentaba la producción de AGCC y reducía la neuroinflamación en ratones que envejecían (14). Estos efectos en el cerebro aún no se han confirmado en humanos, pero sabemos que los AGCC también desempeñan muchas funciones importantes en el intestino, como mantener la barrera celular intestinal, prevenir la inflamación, regular el apetito y promover la producción de serotonina (15).
"Una buena estrategia para mejorar la salud cerebral e intestinal es asegurarse de que tu dieta incluya muchas fuentes diferentes de fibra, como cereales integrales, frutas, verduras, legumbres, frutos secos y semillas"
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Aunque sólo nos encontramos al principio de nuestro viaje para descifrar cómo afecta el microbioma intestinal a nuestro cerebro, los últimos descubrimientos sugieren que se trata de un área prometedora para desarrollar futuras formas de tratar enfermedades neurodegenerativas y trastornos mentales.
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Referenzen
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